Dígalo usted mismo. Tenemos muchos ejemplos para poder terminar el título del artículo porque, últimamente, con tantas noticias de diferentes índoles, no tenemos tiempo para drenarlas bien. Empezando por la crisis del Ébola, Excalibur, la marca España, la pobre Empatía de los “personajes” políticos, la Estafa de Caja Madrid (Bankia), Elpidio Silva (poco se ha hablado del caso) o las futuras Elecciones plebiscitarias que se presentan en Catalunya.
La escasa capacidad política de reacción que ha habido en la crisis del Ébola nos da a entender que si con una enfermedad (pre-avisados de su magnitud y peligro) no saben cómo actuar, con todo lo demás, será aún peor o imprevisible. Ni imagen, ni comunicación, no ha habido nada aprovechable.
La marca España está, una vez más, desprestigiada, principalmente por cómo se ha conducido y gestionado la crisis del Ébola (muy diferente al caso americano), cómo se ha comunicado (con la cara de circunstancias de la ministra Mato al frente) y con qué poco tacto han actuado. Si soplando se puede derribar la credibilidad y la confianza, aspirando no se recupera, así que ya veremos qué campaña de marketing crean o con qué nos saldrán de ahora en adelante.
Otro capítulo merece la gran estafa de Caja Madrid (Bankia), las tarjetas “b” que se usaban para todo, quizá literalmente para “todo”, han sacudido una vez más a la clase política y al sector financiero. Además, en este caso, también se suben al carro los representantes de los trabajadores, quién lo hubiera dicho. Pero lo sorprendente es que de momento, no ha pasado nada, ningún cargo despedido, nadie dimite, como siempre vamos.
Lo que sí es sorprendente, es que el juez Elpidio Silva haya sido condenado. A ojos de alguien de a pie sorprende que sea el Juez el imputado y no todos los demás. Quizás las tarjetas “negras” tienen muchos “fondos” y han ayudado a tal decisión.
Por otra parte, las elecciones plebiscitarias catalanas parece que cada vez están más cerca después de que se haya suspendido el 9N. Claro que habrá otro 9N, pero no con la envergadura que se esperaba. No hay, ni ha habido ninguna forma política de entenderse y por lo tanto, todo tiene camino a acabar, eso sí, legalmente, en una elecciones democráticas.
¡Qué tranquilo debe estar Excalibur con tanto sórdido!
