Quién nos lo iba a decir, las situaciones cambian, a una velocidad de vértigo, como si del avión del Príncipe Felipe se tratase. Todo el mundo cambia, a veces no se dan cuenta ni qué cambian, pero cambian. El mundo empresarial, el tejido industrial y financiero español ya se ha puesto manos a la obra para “cambiar” la reformulación del estado español, entre otras cosas. Porque no hay que olvidar que los títeres son los políticos y los que mandan son los que tienen sus bolsillos llenos.
Éste pasado fin de semana, se reunieron los altos empresarios y representantes políticos, como si de una comida entre amigos se tratase, en casa de un “tal” Conde. Me da la sensación que ésta comida dio más frutos que toda una legislatura hablando y hablando en el Congreso de los Diputados. Me recuerda bastante a las reuniones “Bilderberg” pero en ámbito nacional. Se habla, discute y acuerda como se reparten las fuerzas e intereses.
Al final, todo se mueve acerca de lo mismo: los intereses económicos. Porque la pela es la pela pero no sólo para los catalanes, sino para todo el mundo por igual. Habrá que ver como son los discursos de ahora en adelante. De momento se empiezan a ver grietas en los partidos principales españoles, con abandonos de clásicos dirigentes afiliándose a otros grupos, “con nuevas caras”.
Puede que sea el principio de un cambio de imagen o de una directriz a tomar, pero seguro que a partir de ahora, el “no” a todo ya no tendrá sentido. Simplemente porque ya lo han dicho empresarios tanto de un lado como de otro. Y si lo dicen los altos cargos me lo creo más que lo que digan los políticos, que ya tienen suficiente con mantener su “pobre” imagen y arreglar cuestiones internas.
En cuanto a nosotros, los ciudadanos de a pie, “ver, oír y callar”, como se dice. ¿O no? Porque yo no me imagino una revuelta al estilo Ucrania, allí hace mucho frío y aquí de momento nos mantenemos templados. A no ser que haya un “cambio” climático…
