Marketing en empresa

Políticamente correcto sería pensar que tu Superior en tu empresa está “ahí” porque se lo merece. La mentalidad mediterránea nos sugiere que cuando un superior da una orden a uno de rango inferior, si éste sabe que no está bien, la modifica y le da “su toque” personal. En cambio en países del centro-norte de Europa, si un superior da una orden, el empleado de turno la cumple a rajatabla aun sabiendo que puede estar equivocado, porque claro, “si está por encima mío es que él tiene razón, sabe más que yo”.

Un buen Jefe (por cierto, para mí es una palabra jerárquica, con dotes antiguos pero clara y concisa) debe actuar, comunicar y fortalecer a su equipo humano. Pero a veces no es así. En muchas ocasiones nos encontramos con Directores de zona, de Departamento o incluso Generales que tienen un currículum muy amplio (que a veces no tiene por qué significar mejor, dependiendo del trabajo a realizar) a los cuales yo les tildo de “académicos” en la teoría, pero necios y nefastos en la práctica. Lo difícil y espinoso es saber que tu Superior “sabe menos” que uno pero él tiene el cargo, el sueldo y se lleva los aplausos y las flores.

No todos hemos nacido para liderar, para mandar ni para ser mandados ¡ojo!. Se puede aprender, claro está, pero quién tiene madera es el que al final lleva su equipo a la cima. Porque a veces el mejor Líder, cuando ve que no puede subir más, se va, dándole aún más grandeza a su gesto (y si encima en Múnich pagan mejor…).

En el mundo político, ocurre lo mismo que en el mundo del deporte y que en el mundo empresarial, ya que al final somos personas y en todos sitios ocurren ejemplos semejantes. A lo que la política se refiere, si el Sr. Mas se retira (no digo que le dé más grandeza al caso), creo que el tren seguiría por su vía, ya veríamos si muerta o no, pero seguiría. Al igual que si lo hiciera el Sr. Rajoy, habrían otros allí poniéndole “más carbón al asunto”.

Tiempo al tiempo, pero el tren se va acelerando y parece que hoy día no hay maquinista (Superior) que pueda dirigir dicho tren a una buena estación. Ya veremos si a final de trayecto o a estación de paso.

(Artículo original de LaVanguardia.com)

Xavier Badia

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